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Palabras en Conmemoración al Gral. José de San Martín del Prof. Hugo Aranda

Palabras en Conmemoración al Gral. José de San Martín del Prof. Hugo Aranda

Aniversario del fallecimiento del General San Martín

El 17 de agosto de 1850 fallecía en Francia don José de San Martín, uno de los hombres más recordados de nuestro país y de América. Había nacido en Yapeyú, Corrientes, el 25 de febrero de 1778.

Escribir sobre el general San Martín resulta ser, aunque gratísima, una tarea muy ardua. Su vida, en su doble trayectoria, pública y privada, constituye una lección admirable de humanas virtudes, en la cual podemos encontrar insustituibles normas para la conciencia de los hombres. Los orígenes y la esencia de la nacionalidad, la grandeza, la orientación de los ideales comunes, todo se halla armoniosamente comprendido en la figura de nuestro Padre de la Patria.

Con su heroica gesta, que lo llevó a través de los Andes en una travesía única a liberar Chile y luego Perú, dio libertad definitiva a su patria y a dos pueblos hermanos, participando además del objetivo mayor que fue dar independencia a toda la Sudamérica española junto con Bolívar.

Pero hubo otro San Martín, amante de la naturaleza y de la labranza de la tierra, que propulsó la industria vitivinícola en la zona de Cuyo, propiciando también la plantación de árboles, sobre todo de álamos. Le gustaba vivir en el campo porque decía que traía paz y a los 45 años lo consiguió, por tiempo breve, cuando se instaló en el este mendocino, allá por 1823, cooperando inclusive en la construcción de un canal de riego.

Parece mentira que era el mismo San Martín que en el Río de La Plata, allá por 1816, desarrollaba una serie de actividades que lo convertían en el hombre más esclarecido, no sólo política, sino también militarmente, conduciendo con habilidad la estrategia necesaria para derrotar al colonialismo.

Fue un líder generoso, que antepuso su grupo a las aspiraciones personales y sabiamente alentaba a los suyos a desarrollarse más independientes y seguros. Comprendió que conducir no es mandar; entendió que la responsabilidad del liderazgo se basa no en la imposición o la fuerza, que deviene en conflicto, discusión y autoritarismo sino en el consenso y el diálogo.

No resulta tarea sencilla reseñar la vida de un hombre extraordinario, uno de aquellos que trascienden la historia de su propio país para proyectarse a escala universal, como es el caso de San Martín. Lo hacemos en homenaje a su memoria, cuando los argentinos de hoy, en gran número, han dejado de lado los valores morales que marcaron su vida.

Calles, plazas, ciudades, instituciones llevan hoy el nombre de San Martín, y su figura es venerada en cada rincón donde haya un americano. A pesar de ello en los últimos tiempos, algunos supuestos historiadores han procurado mancillar su trayectoria, sus intenciones, sus orígenes. Sin embargo no hacen mella en el curso existencial de una imagen histórica, que está más allá de las críticas, las mentiras y los agravios.

¿Y dónde está San Martín? A la luz de la Argentina actual, cuando la desocupación, el hambre, la desatención de la salud pública, el deterioro educativo y la pérdida del patrimonio nacional agudizan el descreimiento de la sociedad, su figura y su ejemplo no aparecen en primer plano, como se pregonó que debía ocurrir a lo largo del tiempo. El hombre común, si pudiera expresar su más íntimo sentir, creo que pediría que el único y verdadero homenaje a San Martín se tradujera en la conducta insospechable de los gobernantes, en el cumplimiento estricto y compartido de la austeridad que impone la gravedad de la situación económica, en la verdadera atención de los problemas grandes y pequeños que aquejan a la gente. Si en algún lado anida, en este momento, la herencia de San Martín, es en el esfuerzo silencioso de esa parte del país que cada día, convencida de los valores de la democracia, no proclama, pero sí ejerce la defensa de su dignidad y de su libertad.

Queridos alumnos, el mundo cambia, sin duda; pero algunos principios, algunos valores, tienen vigencia eterna. Hoy, la memoria del entrañable Don José de San Martín se agiganta y cobra una actualidad palpable. Con su ejemplo valiente y señero nos ayuda a salir de toda confusión de valores. Nos ayuda a ser claros, a entender que los viejos temas del honor, del amor, de la búsqueda de ideales nobles siguen siendo los pilares de lo humano. Y que todas las promesas posmodernas de falsa sabiduría, de los nuevos ídolos, están irremediablemente condenados a entrar  tarde o temprano al basurero de la Historia, a perderse en la inutilidad de lo efímero.

Hoy, en este aniversario que lo evoca, renovemos nuestro sentimiento patriótico, incentivemos los propósitos de continuar la obra emprendida: crear, construir, estudiar, conocer los derechos y hacerlos respetar, cumplir nuestros deberes, trabajar con fe y coraje, Y serán nuestra guía las huellas de grandeza dejadas por los forjadores de la patria, como el general San Martín, a quién la nobleza de sus actos lo han convertido en símbolo de las supremas aspiraciones de los pueblos.

Hugo Aranda

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